Un Trato Con Un Demonio

—Esa fue una actuación impresionante. Ahora, sin embargo, te imploro que me proporciones una razón válida para convocarme, o de lo contrario te reduciré a nada más que fragmentos —declaró el demonio, su expresión oscureciéndose cada vez más.

Aunque el demonio asumió forma humana y llevaba un vestido ajustado que acentuaba su figura seductora, Islinda no pudo evitar notar el siniestro apéndice que se ocultaba detrás de ella. De repente, a Islinda le ocurrió que ella misma poseía una cola. Era larga, sinuosa y tenía una estética inquietante. La piel de la cola era suave al tacto, pero estaba salpicada de espinas a lo largo de su longitud, dándole una apariencia amenazante.