Theodore sabía.

—¿Así que aquí es donde se ha estado escondiendo? —preguntó André nerviosamente, pasándose la mano por los costados, con la mirada desviada hacia la forma dormida de Islinda.

Su memoria reprodujo la escena de él tratando de besar a Islinda mientras dormía, y se sonrojó de vergüenza. ¿Qué le había pasado la noche anterior? No tenía ni idea.

Desafortunadamente, Theodore capturó esa reacción con sus ojos escrutadores. Su expresión se estrechó, y sus labios se apretaron con severidad.

—¿Ahora estás durmiendo con ella? —acusó a André.

—¿Qué? —André parecía horrorizado—. ¡No, por los dioses, no! —Se acercó a su hermano, sacándolo del cuarto por el brazo—. No podemos discutir esto aquí.

—¿Por qué? —Theodore se burló, resistiéndose un poco—. ¿No quieres que ella sepa que también la tiene comiendo de su mano?