Atrapado

Islinda Grace Remington estaba profundamente dormida en un lugar desconocido. Sin embargo, en lo profundo de su sueño, se encontró transportada de vuelta a aquella noche atormentadora, reviviendo los vívidos recuerdos como si se desplegaran ante ella una vez más. Por lo tanto, mientras dormía, su expresión parecía preocupada y adolorida mientras se enfrentaba a Aldric, el príncipe Fae oscuro. Otra vez.

Su voz resonaba en su mente, suplicante y desesperada:

—Por favor, no te vayas. No me dejes aquí. No me abandones como a los demás…

El aliento de Islinda se interrumpió en su garganta al contemplar la angustia grabada en el rostro de Aldric, el dolor en sus ojos que le traspasaban el alma. Podía sentir el peso de sus palabras presionándola, un ruego silencioso para que se quedara, para desafiar los anhelos de su propia libertad.