Espiar para Ambas Reinas

Aurelia estaba en la sala de recepción de la Reina Nirvana esperando su llegada y aunque su comportamiento era comedido, sus ojos delataban su nerviosismo. La Reina finalmente llegó, exudiendo un aire de regalidad, su mirada aguda mientras observaba a Aurelia con un interés perspicaz.

—Aurelia —llamó la Reina Nirvana, sonando sorprendida, aunque Aurelia sabía que su doncella, que la seguía, debió haberle informado de su llegada. Nadie podía acercarse siquiera un centímetro a la cámara de la Reina sin permiso a menos que buscara la muerte. Había guardias fuera para protección.

—Su Alteza —Aurelia hizo una reverencia formal.

—Oh, vamos, Aurelia, sabes que no es necesario tanta formalidad entre nosotras. Te has ganado el derecho a ser informal conmigo —dijo la Reina Nirvana, mostrando una sonrisa astuta que revelaba sus dientes brillantes.