—Si caigo, será por ti, Islinda. No permitiré que Aldric triunfe sobre mí. Él no ganará esta batalla
Mientras Valerie declaraba fervientemente su determinación de no dejar ganar a Aldric, Islinda se tensó en su asiento, su expresión una mezcla de preocupación y desasosiego. Su insistencia en sacrificarse por ella y rehusar dejar que Aldric emergiera victorioso solo reforzaba su creciente sospecha de que los sentimientos de Valerie hacia ella bordeaban la obsesión. Lo mismo con los de Aldric. Ambos estaban locos.
La intensidad en los ojos de Valerie era innegable, su resolución inquebrantable enviaba un escalofrío por la espina dorsal de Islinda. Nunca había dudado de su sinceridad o lealtad, pero este nivel de compromiso se sentía asfixiante y alarmante.
—Valerie, por favor —imploró Islinda, su voz teñida de aprensión—. Aprecio tu disposición a protegerme, pero esto... Es demasiado. Te estás arriesgando demasiado por mí, y no puedo soportar la idea de ser la causa de tu caída.