Aterrada de lo que se estaba convirtiendo

Valerie estaba completamente absorto examinando su rostro en el espejo, el ceño fruncido en profunda concentración, tanto que no notó la aproximación de Islinda hasta que ella habló.

—Es tan malo, ¿verdad? —dijo Islinda.

Sobresaltado, Valerie casi salta de su piel al sonido de su voz detrás de él. Se giró para enfrentarla, momentáneamente desconcertado por su proximidad. Podía ver la preocupación grabada en sus rasgos, reflejada en sus ojos abiertos mientras esperaba su respuesta.

—No —respondió Valerie defensivamente, su tono firme al negarse a permitir que Islinda cargara con la culpa del incidente—. Estabas luchando en tus sueños. No es solo tú. Debo haberme arañado en el proceso —afirmó, intentando aliviar sus preocupaciones y absolverla de cualquier responsabilidad.

Pero Islinda vio a través de su intento de protegerla de la culpa y no podía soportar la idea de que él asumiera la responsabilidad por lo que ella había hecho.