—Islinda —la voz del Príncipe Valerie atravesó la pesadilla, desesperada y urgente mientras le sacudía los hombros en un intento de despertarla del abismo de su tormento. Pero en lugar de liberarse del agarre de la pesadilla, los gritos llenos de angustia de Islinda solo se intensificaron, resonando en las paredes de la cámara.
La intensidad pura de sus llantos enviaba escalofríos por la espina dorsal de Valerie, y si alguien estuviera a distancia de escucha, lo confundirían con que él la estaba asesinando o algo así. Era obvio que Islinda estaba atrapada en las profundidades de su propio terror, y el corazón de Valerie estaba cargado de preocupación por la mujer por la que se preocupaba profundamente.