Las vacaciones de Islinda habían terminado

Los ojos de Aldric se abrieron de golpe, con un brillo siniestro danzando en la profundidad de sus iris azules ligeramente luminiscentes. Sus labios se curvaron en una sonrisa, pero había una oscuridad acechando bajo la superficie. Con un movimiento lento y deliberado, dirigió su mirada hacia el collar que sujetaba con fuerza en su puño, su expresión cambiando de una sonrisa a una sonrisa complacida.