Bolas Azules

Islinda se sobresaltó al despertar, su corazón latiendo con fuerza mientras se sentaba abruptamente, su respiración entrecortada. Sus ojos abiertos escaneaban la habitación, buscando cualquier señal de Aldric, pero solo se encontró con la vacuidad. Estaba sola.

A medida que la niebla del sueño comenzaba a disiparse, la confusión y el shock inundaron la mente de Islinda. ¿Qué demonios acaba de pasar? El recuerdo de su encuentro con Aldric giraba en su mente, fragmentado y desconectado. Su toque, sus palabras, su intensidad —todo se sentía como un sueño confuso, sin embargo, la sensación persistente de su presencia se mantuvo en el aire. Pasó una mano temblorosa por su cabello desordenado, intentando reconstruir los acontecimientos de la noche.