Islinda pronto aprendió que los niños Fae eran atraídos hacia la diversión como un imán y no podían resistir el atractivo como una polilla a la llama. Mientras la pelea de bolas de nieve se desarrollaba entre Islinda, Aldric y los niños, la risa llenaba el aire, mezclándose con los sonidos de gritos alegres y conversación juguetona. Con los niños uniéndose contra ellos, Islinda y Aldric se encontraron a regañadientes uniendo fuerzas, sus espíritus competitivos cediendo ante la cooperación.
Islinda recogía nieve en su palma mientras Aldric conjuraba sin esfuerzo bolas de nieve en sus manos, lanzándoselas a los niños con precisión. A pesar de sus mejores esfuerzos, estaban en desventaja numérica, y Islinda pronto se dio cuenta de lo juguetones y competitivos que podían ser los niños.