Metrado Con

El corazón de Islinda se sentía más ligero y no pudo evitar sonreír ahora que había vuelto a estar en buenos términos con Aldric. Reanudó servir comida a los Fae restantes, sintiendo una sensación de satisfacción al proveerles. Volvió a ver al anciano Fae, y el guiño comprensivo que recibió le hizo sonrojar de vergüenza. Sin embargo, allí terminó su encuentro.

A diferencia de la primera vez, cuando un espeso sentimiento de desesperación se cernía en el aire como una manta sofocante, ahora el ambiente estaba vivo y lleno de charlas. Los Elfos parecían rejuvenecidos, sus espíritus elevados por la comida y la compañía. El pequeño acto de bondad los había unido, y ya no estaban agobiados por estómagos vacíos. La felicidad florecía en sus rostros, reemplazando la preocupación y el hambre previas.