—¿Hombre lobo? —preguntó.
—Sí, eres una mujer lobo. Noté tu aroma, parece que recientemente dejaste tu manada —le dijo Alessandro.
—¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda! —Lilian maldijo interiormente. Parecía que él también era un hombre lobo muy perceptivo.
Rápidamente pensó qué decir para hacerlo menos sospechoso.
—Eh sí, solía estar en una manada —le dijo él, esperando que no le preguntara más.
—¿Entonces por qué la dejaste?
—Preferiría mantener ese asunto en privado, si no le importa señor.
—Está bien, entiendo. Solo espero que no hayas hecho nada ilegal.
El corazón de Lilian latió aún más rápido cuando él dijo esto.
—No, no hice nada. No hice nada ilegal —mintió ella.
—Ok, te creo. Sobre el trabajo, tienes que aceptarlo. No confiaría en ninguna otra persona para ser mi secretaria.
—¿Qué hay de tu antigua secretaria? ¿No se ofendería porque tomé su trabajo?
—Despedí a mi secretaria anterior hace tres días. Intentó vender información sobre mí a los paparazzi.
—¡Oh!