Deja de hacerte el tonto

Killian sonrió de nuevo, Constanza nunca se cansaría de ver cómo su sonrisa iluminaba todo su rostro.

—Te ves realmente hermosa cuando sonríes —le dijo ella.

—Y tú te ves hermosa todo el tiempo —le dijo él a cambio.

—¿Cómo sabes eso?

—Simplemente lo sé, alguien tan amable como tú tiene que ser muy hermosa —le dijo él.

—Eres tan cursi

—Ambos somos cursis

—¿Estás listo para irte? —ella le preguntó.

—¿Puedes describirme la manada antes de irnos? Quiero saber cómo es la manada de mi hermana —él le preguntó.

—Claro, la manada es moderna, es como un pequeño pueblo. Estamos en la Plaza del pueblo, hay flores por todas partes, mariposas bonitas... —Constanza todavía estaba explicando cuando escucharon una gran campana proveniente de uno de los puestos más grandes.

—Noventa por ciento de descuento para las primeras cincuenta personas —anunció el vendedor.

Hubo un caos ya que todos se apresuraron hacia el puesto. Constanza y Killian estaban justo en el centro de la multitud.