Una Segunda Oportunidad

Lágrimas brotaban en los ojos de Clifford mientras la miraba, debatiéndose entre el miedo y la admiración. Sabía que ella tenía razón, esta era quien era Kelly. Su fe era su fundamento, y su valentía provenía de su inquebrantable confianza en Dios.

Él acunó su rostro suavemente, sus pulgares secando las lágrimas que habían comenzado a deslizarse por sus mejillas. —¿Me dejarás decidir por mí mismo, Cliff, y confiar en cualquier decisión que tome? —preguntó Kelly con una sonrisa.

Él no sabía cómo podía ella sonreírle de manera tan tranquilizadora incluso ahora. Y fue entonces cuando lo entendió: debía respetar su decisión y hacer todo lo posible por apoyarla. Cerró los ojos, encontrando la fuerza para aceptar su elección.