—Se inclinó hacia adelante —Hice una pregunta. ¿No deberíamos empezar el viaje ahora para poder llegar al castillo lo suficientemente temprano?
Mauve observó la expresión confusa en el rostro de Jael y no pudo evitar sonreír para sí misma. Parecía que no podía entender ni una palabra de lo que ella decía.
—Jael —lo llamó, colocando su palma en su pecho mientras se inclinaba aún más.
Él tenía la cabeza ligeramente inclinada hacia atrás y su espalda estaba presionada contra el asiento del carruaje. Mantuvo su mirada en ella, sus ojos comenzaban a brillar un poco.
—Sí —dijo él y cerró la brecha entre ellos. Apoyó su frente en la de ella y cerró los ojos.
—¿Escuchaste mi pregunta? —preguntó ella.
—Sí, pero no todavía —Él retiró su rostro.
Mauve parpadeó ante la falta de contacto físico. Luchó contra el deseo de frotarse la frente. —¿Por qué? —preguntó en su lugar.