—Mira cómo das órdenes. ¿Cuál es tu plan ahora? —preguntó Luis mientras el carruaje se alejaba.
—No tengo ninguno —dijo él— y comenzó a caminar.
—¿Cómo que no?
—Sólo necesitamos llegar al castillo sanos y salvos. Todos estamos muy cansados del viaje. Especialmente tú y Danag. A menos que sea absolutamente necesario, no hay necesidad de enfrentarnos. Podemos intentarlo otro día. Ahora te necesito aquí conmigo.
—¿Qué? —preguntó Jael con molestia en su mirada.
—Nada —dijo Luis y pasó junto a él—. Apresúrate entonces. No llegaremos al castillo a este ritmo con tu caminar lento como un maldito caracol.
—Avísame si voy demasiado rápido para ti —le dijo él a ella.
Ella asintió, sintiéndose como una niña acunada en sus manos. Jael aumentó el ritmo ante su respuesta y Mauve se estremeció cuando una ráfaga de viento la golpeó.
Ella escondió su rostro en su pecho y trató de no moverse demasiado. Se preguntó cuánto tardarían en llegar a Nolands.