425. Solo tratando de ayudar

Mauve no podía ver lo que ellos veían y por la expresión endurecida en el rostro de Jael, no era una broma. Algo estaba sucediendo, algo lo suficientemente malo como para que Erick y Luis corrieran.

Después de unos segundos, casi no había señales de ambos. Todo se veía oscuro. Jael observaba atentamente algo, pero por más que intentaba, no podía adivinar qué era.

—¿Qué está pasando? —le preguntó, incapaz de soportar más el suspense.

—Creo que algo le pasó a uno de los guardias —susurró él, aún mirando hacia adelante.

Se movió sobre sus pies y estiró el cuello para ver lo más lejos posible.

—Oh no —exclamó ella—. Espero que no sea nada grave.

—No lo sé, pero está en la espalda de otro guardia. Erick ha llegado hasta ellos. Aún están demasiado lejos para que yo pueda ver exactamente qué está pasando —la voz de Jael sonaba distraída mientras hablaba.

—No hay problema. No tienes que decirme exactamente lo que ves —ella esperaba que no fuera nada demasiado malo.