El silencio se prolongó por un rato y Mauve no pudo hacer más que devolverles la mirada con una expresión curiosa en su rostro.
Miró hacia arriba a Jael esperando algún tipo de explicación, pero él mantuvo su mirada fija y su expresión no revelaba nada.
Danag fue quien rompió el silencio, la miró con una triste sonrisa. No parecía agradecido ni horrorizado por su gesto.
—Gracias por tu oferta Mauve, pero no estamos lejos del castillo. Estoy seguro de que estás cansada del viaje. No hay necesidad de someterte a más estrés y dolor. No es tan malo. Puedo aguantar.
Mauve asintió, de alguna manera era un poco triste que estuviera ofreciendo ayuda y nadie la quisiera. Pero no era la primera vez que esto sucedía, así que tenía una idea de por qué.
Se preguntó qué hubiera pasado si Danag hubiera sufrido heridas graves. No podía verlo rechazando su oferta, ¿verdad?