—¿No te dijo el nombre de nuestra madre? —Luis entrecerró los ojos.
—No, no lo hizo.
Ella intentó ocultar su tristeza al responder, pero no era fácil. Se sentía excluida.
—Ese imbécil, explica por qué no sabes nada sobre mí. No hay manera de que pudiera haber hablado de cualquiera de ellos sin que mi nombre surgiera.
—Estoy segura de que estaba preocupado por otras cosas y no es como si yo preguntara y él no me lo dijera. Nunca pregunté.
Realmente nunca preguntó, pero era difícil hacerlo y Jael siempre parecía querer mantener las cosas para sí mismo. Era difícil saber si podía indagar o no.
—Deja de poner excusas por él. Es un imbécil, eso es todo lo que hay que decir —dijo él.
—Seguro que le dices cosas vulgares —dijo ella y se alejó de nuevo.
Era un poco raro. Nunca había conocido a nadie que hablara mal de Jael. Supuso que eso significaba que su relación era fuerte, pero no estaba segura.