Tardó un rato en hablar después de que Luis se fue y cuando lo hizo, sus palabras no fueron una sorpresa. Definitivamente era el tipo de cosa que él diría.
—No deberías preocuparte por Marcelina y ciertamente no deberías preocuparte por lo que ella piensa de ti. Su opinión debería darte igual —Jael miró a Mauve mientras hablaba, sus ojos le recorrieron la cara como si buscara algo.
—¿Por qué no? —preguntó Mauve, apartándose de su penetrante mirada. Sus ojos azules miraban profundamente en su alma—. Ella es tu tía.
—No lo es —dijo él tercamente.
—Sé que no es tu tía biológicamente, pero debió haber estado bastante cerca de tu familia —ella respondió.
Cuando él no respondió, ella alzó la mirada hacia su cara. —¿Pasó algo entre ustedes dos?
Jael suspiró y apartó la mirada de ella. —No es lo que piensas. Tampoco teníamos una gran relación cuando mis padres estaban vivos.
—¿Por qué no? —Ella preguntó, genuinamente curiosa.