512. Nada de mí queda

Danag entró en el estudio y se detuvo dramáticamente en la puerta. Era como si pudiera intuir que algo iba mal.

—Qué amable de tu parte unirte, Danag —susurró Luis.

—Lord Louis —dijo él con una reverencia—. Dio un paso adelante y se inclinó ante Jael, —Señor, usted llamó.

—Sí, te has tomado tu tiempo.

—Pido disculpas, estaba ocupado con Los señores. El sirviente que enviaste no estaba al tanto de esto y, por lo tanto, tuvo dificultades para encontrarme. ¿Hay algo que deseas que haga?

—¿Cómo sacaría a Vae de las garras de Seraphino?

Danag se quedó quieto antes de levantar lentamente la cabeza. —Lo siento mucho, Señor pero me temo que no tengo idea.

—Como Louis, ambos sois inútiles.

—Pido disculpas por no ser de ninguna ayuda pero si se me permite, preferiría que, en este caso, mire en otra dirección. Señor Seraphino está tratando de captar su atención y sabe que esta es la mejor manera de hacerlo.

—¿Está seguro de que debo hacer la vista gorda? —preguntó Jael.