523. El alboroto

—No puedo encontrar mi colgante de gema, los que coinciden con los que madre nos dio —dijo de un tirón—. Estaba en mi joyero la última vez que revisé, pero ahora ya no está.

—No, no estaba —replicó Sabrina con una mirada de desdén, era evidente que su paciencia disminuía—. Literalmente me pediste que lo guardara por ti.

—¿Lo hice? —Helana parecía increíblemente confundida.

—Sí, lo hiciste. Te lo quitaste y me lo entregaste porque era más fácil que guardarlo tú misma. Revisa mis bolsas, el colgante debe estar en mi joyero.

—¿No sería más rápido y mejor si lo buscas tú para mí? —Helana frunció el ceño—. No quiero hacer un desorden con tus bolsas y los objetos en ellas.

—Puedo indicarte qué no revisar —Sabrina le lanzó una mirada de desaprobación—. Aunque no estoy segura de en qué bolsa lo empacaron los sirvientes, puedo adivinarlo.

—¿Por qué adivinar cuando puedes revisarlo tú misma? —murmuró Helana.