Mauve observó a Jael bailar con Sabrina, el único pensamiento que cruzó su mente fue que él era un buen bailarín y Sabrina lo hacía bastante bien siguiendo sus pasos.
El baile terminó y como la multitud, se encontró a sí misma aplaudiendo con una enorme sonrisa en su rostro.
—No sabía que podía bailar así —comentó Luis, de pie a su lado.
—Yo tampoco lo sabía —ella respondió.
Deseaba haber aceptado su oferta de bailar, pero no tenía la fortaleza para avergonzarse frente a la multitud.
Estaba contenta de haberlo visto bailar, aunque tristemente fue en brazos de otra mujer, pero prefería que fuese Sabrina y no cualquier otra.
Mauve de repente se paralizó cuando Sabrina se alejó, alguien se acercaba con paso firme hacia Jael. Su pelo rojo ardiente era difícil de pasar por alto y su caminar era igualmente seductor.
Mauve hizo una mueca a pesar de sí misma. Esperaba que Jael declinase y su corazón se hundió más en su estómago cuando él no lo hizo.