Mauve observó cómo Jael subía al podio con un ligero alzar de cejas. Se detuvo frente a ella y la miró intensamente.
—Bienvenida de nuevo —dijo Luis—. Simplemente dije que fueras a interactuar con algunos señores pero terminaste divirtiéndote más en la fiesta que el resto de nosotros. Jamás habría creído que pudieras bailar.
—Sabes que puedo bailar —acusó Jael, su mirada nunca se apartó de Mauve mientras hablaba.
—Quizás, pero asumí que era conocimiento que nunca tendrías que usar —respondió Luis—. Bueno, al menos no de esta manera.
—Fue un placer decepcionarte.
—Bueno, espero que haya valido la pena —Luis respondió con una sonrisa burlona.
Jael lanzó una mirada a Luis, sin perderse la insinuación del vampiro, y luego volvió la vista hacia Mauve.
—Mauve —llamó Jael.
Mauve intentó sonreír pero flaqueó. Lo intentó de nuevo. —Eres un muy buen bailarín.
—Gracias —respondió él, observándola atentamente. Recorrió su rostro como si buscara algo.