Jael solo estaba a unos pasos de Mauve cuando el Señor Garth se le acercó con su compañera de la mano. La Dama Arora se aferraba a su compañero como si no tuviera fuerzas para sostenerse por sí misma.
Jael observaba esto con ojos perspicaces, preguntándose si sentiría aún más fuerte por Mauve si la marcara y viceversa.
Él desechó el pensamiento de su cabeza, debía ser todo el estrés de tener que tratar con los señores lo que le estaba afectando.
—Señor —dijo el Señor Garth con una sonrisa radiante—. Una maravillosa fiesta, debo decir.
Jael asintió. —Me alegra que te guste. Si hay algo que deseéis, aseguraos de decirlo a los sirvientes.
—No podría haber nada más que no haya obtenido —dijo el Señor Garth con alegría.
Jael sabía que no solo estaba intentando hacer conversación. Por la mirada en los ojos del Señor, podía decir que el Señor Garth se lo estaba pasando en grande.
—Señor —dijo la Dama Arora con una pequeña sonrisa.