Mauve gimió mientras se giraba de lado. Su cuerpo se sentía como si hubiera rodado desde la cima de una montaña.
—¿Estás bien? —preguntó Jael.
Mauve forzó sus ojos a abrirse. —No sé —dijo tratando de sentarse erguida—. Solo me siento realmente cansada —soltó un bostezo.
Él frunció el ceño, sentándose erguido con ella mientras la observaba. —¿Te sientes enferma? —preguntó—. Sé que los humanos se enferman bastante a menudo.
Mauve negó con la cabeza. —Solo cansada. Podía sentir el inicio de un dolor de cabeza pero todavía no la molestaba.
—Probablemente te esforzaste demasiado ayer —dijo Jael.
Mauve quería negarlo, pero considerando cómo se sentía su cuerpo, no podía discutir. Sin embargo, no creía haberse esforzado demasiado.