—Es de día —completó Mauve.
—Sí, lo es. No solo de día, sino que debería ser pasado el mediodía. Desafortunadamente, no podré conseguirte las hierbas si no hay en la cocina.
—Está bien —respondió ella—. Estoy segura de que el caldo debería funcionar.
—Podemos intentar bajar su temperatura —dijo Kieran y se giró hacia Jael—. Pediré a un sirviente que traiga un tazón de agua y un trapo. Limpiar suavemente su frente y alrededor de su cuello debería funcionar.
—No —gruñó Mauve—. No quiero eso.
—Tendrás que soportarlo —respondió Jael.
—No creo que debas calentarte más de lo que ya estás, así que quizás no necesites limpiarte durante mucho tiempo.
Mauve asintió.
—Aunque es preocupante que tu temperatura suba tan rápido. ¿Te sentías extraña antes de hoy?
Mauve negó con la cabeza. Se había sentido cansada el día anterior, pero no era nada de qué preocuparse ya que se cansaba todo el tiempo y el dolor de cabeza había comenzado literalmente hace unas horas.