—Me gusta así —respondió ella, llevando sus brazos al pecho—. Mantendrá mis dedos calientes.
—Como desees, mi amor.
Los ojos de Mauve se agrandaron y su sonrisa se hizo aún más amplia. —Realmente me gusta cuando me llamas así —se sonrojó.
—¿De verdad? Pero te quejas todo el tiempo.
—Es un poco vergonzoso cuando lo haces enfrente de Mill, pero aparte de eso —ella se impulsó hacia adelante y cayó contra él. Él la atrapó y ella se acercó más—. Me hace sentir realmente bien.
—Bueno, puedes estar segura de que no te llamaré de otra manera.
Ella se alejó tan rápido que tambaleó un poco. Él la mantuvo firme y la colocó suavemente de vuelta contra el cabecero.
—Deberías tomar la sopa antes de que se enfríe demasiado.
—Está bien —respondió ella y él le pasó el tazón.
Mauve lo aceptó con sus manoplas y lo llevó a sus labios. El aroma fue lo primero que notó.
—Intenta no derramar —dijo él, observándola de cerca.