Mauve se sentó en el banco con Jael. Ella estaba en la azotea esperando a que saliera el sol, y Jael se sentó con ella. Ambos estaban mirando el cielo, ninguno de ellos decía nada. Ella apoyaba la mayor parte de su cuerpo en él mientras uno de sus brazos la rodeaba, sosteniéndola contra sí mismo.
Se sentaron justo en medio de su jardín, rodeados de flores y el aroma llenaba el aire, junto con el olor que acompañaba al amanecer. Mauve se sentía muy contenta de estar aquí sentada con Jael en silencio y mirar la nada.
—¿Alguna vez te has preguntado acerca del amanecer? —preguntó ella.
Él la miró con una expresión divertida. —¿Por qué? ¿Crees que nunca he visto uno?
—¿Lo has visto? —preguntó ella, su voz una mezcla de horror y curiosidad.
—Sí.
—¿Cómo? ¿Es eso posible? ¿No es el sol peligroso para ti?