—Está bien —dijo él y dio un paso más cerca—. ¿Qué es?
—No dijiste que lo considerarías —hizo un puchero ella.
El espacio entre ellos era demasiado pequeño. En ese punto, si ella daba otro paso hacia adelante, estaría en sus brazos. ¿Cómo no le incomodaba estar ahí en toda su gloriosa desnudez?
Jael guardó silencio por un momento y luego cerró los ojos lentamente.
—Lo consideraré —parecía como si le doliera decir esas palabras.
—Gracias —sonrió ella.
Mauve humedeció su garganta mientras se preparaba para explicar la situación y su conversación con Jean.
—Hablé con Jean y él dijo que podía enseñarme todo lo que necesitaba saber —comenzó.
—De acuerdo —dijo Jael, alargando la palabra.
Cruzó los brazos mientras la miraba fijamente.