—Por favor, no malinterpretes. Es solo que… —Arabella se sonrojó.
—Yo... no he podido bañarme y limpiarme durante tres días, así que por favor déjame sola un rato. Primero tengo que asearme —su rostro estaba rojo de vergüenza al terminar de explicar.
[Ah, así que eso era. Aún no puedo evitar pensar demasiado en las cosas.] Fernando suspiró aliviado.
—Tus doncellas te limpiaron cuando estábamos en Medeus. Y yo te he limpiado con magia mientras estamos aquí.
Arabella parpadeó dos veces. —¿También puedes hacer eso con la magia? Qué conveniente.
—Sí.
Fernando la había abrazado tan fuerte antes que ella estaba preocupada de que pudiera oler mal. Olfateó su cabello y su ropa y no apesta en lo absoluto.
Arabella suspiró aliviada. Pero aún así necesitaba bañarse y limpiarse antes de que Fernando decida ponerse más cariñoso.