Mirada de suficiencia

Arabella ya no se sentía avergonzada de estar encima de Fernando mientras él la besaba y viceversa.

Se estaba acostumbrando, ya que a Fernando le gustaba bastante esa posición.

Así que, desde la primera vez que lo hicieron en Estrella, lo habían estado haciendo con más frecuencia.

Especialmente en los momentos en que ambos estaban demasiado ansiosos como para esperar su turno de complacerse mutuamente.

Tres de los dedos de Fernando que antes dolían dentro de ella ahora la volvían loca también.

Él podía hacer que ella mojara las sábanas mientras su cuerpo temblaba de placer tan descaradamente.

Y a Fernando le encantaba contemplar esa escena.

Él tenía una sonrisa autosuficiente en las mañanas si lograba que ella mojara las sábanas.

Esa sonrisa en su rostro era lo que todavía hacía que Arabella se sintiera avergonzada por las sábanas.

Esa misma sonrisa él la tenía esta mañana después de que compartieron una noche caliente y apasionada.