Arabella hizo un puchero hacia su esposo mientras él decía que todos deberían acostumbrarse a verla siendo cargada por él así.
Eso significaba que no tenía planes de dejar de hacerlo en el futuro.
¿Acaso ella misma se acostumbraría a ello?
Fernando lo hacía como si no fuera nada.
Pero para ella, era vergonzoso si lo hacía frente a todos de esta manera.
—¿Lo odias? No lo haré si lo odias —Fernando la acomodó en una silla que Rendell había acercado.
Ya estaban en la cocina. Sus pasos eran tan largos que fue muy fácil llegar allí.
¿O quizás no quería esperarla, así que la cargó en su lugar?
No, si fuera eso, lo habría escuchado en sus pensamientos.
—No. Pero es embarazoso. Incluso lo hiciste frente a los reales la última vez —Arabella siguió haciendo un puchero.
—Ah, entonces no lo haré frente a otras personas. Todo el mundo en esta mansión es de Valeria, así que está bien aquí, ¿verdad?
Arabella no respondió.