Yu Dong no quería ser la portadora de esta noticia ni quería decirle a Fang Chi que había perdido un hijo, pero el caso era que aunque no tenía ganas de decírselo, tenía la sensación de que Fang Chi no necesitaba que ella dijera nada porque en algún lugar sus instintos paternos ya le habían dicho que su hija había desaparecido.
—Chi, no pareces estar bien, ¿por qué no cierras los ojos y descansas? Hermana Wu te ayudará —mientras hablaba, Yu Dong avanzó para asegurarse de que Fang Chi cerraba los ojos y se dormía con su energía espiritual actuando sobre él, cuando de repente este último extendió su mano y agarró su muñeca justo antes de que ella pudiera instalar su calmante energía espiritual dentro de su cuerpo.
—¿Chi...? —Yu Dong, cuya mano había sido atrapada por Fang Chi, miró al tritón que estaba acostado en la cama y luego llamó su nombre con cuidado, temía que si tan siquiera elevaba la voz a Fang Chi, este último se rompería de alguna manera.