Padre e Hija se Reúnen

En ese momento, Ella estaba sentada junto a la ventana en un restaurante con Eric, admirando los peces dorados nadando detrás de la pared de cristal. Los coloridos pececitos se movían alegremente, soltando adorables burbujas.

Alguien se les acercó, ofreciendo a Eric, quien estaba absorto en los peces dorados, una sonrisa educada y un saludo casual.

—Señor Nelson, qué sorpresa encontrarte aquí.

La voz era cálida y placentera, casi melódica. Ella, sorprendida, se giró para mirar y encontró a un hombre de mediana edad, alto, con la espalda recta y los labios curvados en una sonrisa tranquila y confiada. Sus rasgos refinados, teñidos con la fuerza que viene con la edad, eran tan impactantes que cualquier mujer podría sentir que su corazón se saltaba un latido al verlo.

¡Este hombre de mediana edad debió haber sido increíblemente guapo en su juventud!

Ella se quedó congelada por un momento. Algo en él le resultaba familiar, como si lo hubiera visto en algún lugar antes.