—¡Hombre, pesa un montón! ¿Cómo puede pesar tanto una mujer tan menuda como un cerdo? —murmuró uno de los guardaespaldas entre dientes.
—¡Cállate! —Jack chasqueó, casi perdiendo los estribos.
Dándose cuenta de su error, el guardaespaldas rápidamente se tapó la boca con la mano.
Maldita sea, pensó Jack. No había esperado que este nuevo tipo fuera tan poco confiable. Jack le lanzó una mirada fulminante pero no dijo nada más. Entró en el coche y arrancó rápidamente.
Probablemente pasarían unos cuarenta minutos antes de que alguien se diera cuenta de que la novia había sido secuestrada.
Jack salió de Ciudad S, sabiendo que era la mejor manera de alejarse de Eric y su gente. Incluso si los descubrían, tomaría tiempo para que alguien los alcanzara.