Confianza rota y un arresto...

—¿Alguna vez significó algo para ti? —Su voz se quebró.

—Han sido solo tres días, Lyla. Tres días desde que nuestra boda no se realizó. ¿Tienes idea de lo que he estado haciendo para tratar de arreglarlo? ¿Para mantenernos juntos? ¿Cómo he tenido que soportar los lamentos de tu hermana todas las malditas noches porque no estaré con ella? Y tú... —su voz flaqueó y su agarre en mis hombros se apretó—. Ya te has metido en su cama.

—Nath, no es así... —Mi respiración se cortó.

—No te atrevas, Lyla —me interrumpió con una risa que me mandó escalofríos por la espina dorsal—. Soltó mis hombros y comenzó a pasearse por la habitación como un animal enjaulado.