Escaparate, Parte Veinticinco

La plaza se estaba sumiendo lentamente en el caos, pero Melisa estaba extrañamente calmada.

Su cola se agitaba detrás de ella mientras se agachaba bajo un rayo de luz abrasadora, el calor rozando la nuca. La mujer de cabellos esmeralda se movía con la precisión de un depredador, sus manos trazando signos de conjuro más rápido de lo que la mayoría de los magos podían soñar.

—Ventus, ferra, stralia! —gritó la mujer, enviando una ola de viento afilado como cuchillas destacada por el aura zafiro de Esencia cortando hacia Melisa.

La varita de Melisa relució en el aire mientras contrarrestaba con su propio hechizo.

—Lumin, corta, aegis! —Una barrera de luz reluciente apareció frente a ella, las hojas de viento dispersándose inofensivamente contra ella como hojas atrapadas en una tormenta.

La multitud contuvo el aliento. Melisa vislumbró a Aria en la primera fila, sus ojos plateados grandes y sin defensas. La princesa lucía... impactada.