—«¡Esa, esa!», pensó Melisa, tratando de inyectar algo de energía en sus pasos. «¡Este será un mejor día, estoy segura de eso!».
La academia se alzaba justo adelante. Después de contemplar el ataque en la conferencia por un rato, Melisa se preguntó si, tal vez, lo mejor que podía hacer era simplemente mantenerse fuera del foco por un tiempo. Tomar la sencilla, pero probablemente efectiva, estrategia de "al diablo, que lo resuelvan ellos mismos". Así que, hoy, buscaba simplemente... relajarse por un momento.
Eso no ocurrió. Melisa escuchó la protesta antes de verla. Los gritos resonaban por los terrenos de la academia, rebotando en antiguos muros de piedra y llegando directo a sus tímpanos.
—¡NO MÁS NIM EN NUESTRA ACADEMIA!
—¡PROTEJAN A NUESTROS HIJOS!
—¡VUELVAN A DONDE VINIERON!
Melisa se estremeció, sonriendo con ironía.
—«... Vivo como a tres o cuatro calles de aquí, idiotas.», pensó.