Lealtad, Parte Siete

—Permíteme entender bien —dijo Isabella mientras caminaban por el distrito de los nobles—. ¿Quieres pedirle a tu papá que te lleve a un bar?

—Bueno, dicho así suena extraño.

—No, no, entiendo la razón práctica. Solo me parece gracioso. Quiero decir, mamá me contó que cuando se trata de humanos, la mayoría de las chicas intentan salir a hurtadillas a los bares, no obtener supervisión parental.

—No soy humana —Melisa rodó los ojos—. Además, nunca he ido antes. Y no iríamos para pasar el rato o lo que sea, sería solo para que pueda volver sola después.

—¿Por qué no?

—¿Eh?

—¿Por qué no pasar un rato? —Isabella se encogió de hombros—. No es frecuente que puedas relajarte con tu papá, ¿verdad? ¿Acaso no es un adicto al trabajo o algo así?

—Mm...

—[No está equivocada. Pero, digo, esta no puede ser la ocasión para eso. Aunque... Tal vez debería tratar de pasar el rato con él uno de estos días.]