—¿Qué tipo de garantía buscas? —Killian fue el primero en hablar mientras miraba fríamente a Carmen. El hombre sonrió como siempre, pero Killian podía ver los colmillos escondidos detrás de esa amable sonrisa.
—Una promesa de comercio estaría bien por ahora. Ayudaría a ambos reinos a nutrir el vínculo y hacerlo florecer también. Hemos soportado suficiente pérdida de hombres y riqueza en la guerra. ¿No estás de acuerdo, joven señor? —¡Joven señor! No era un saludo, sino un recordatorio de que él era solo un niño representando a su padre.
No debería hablar más de lo necesario o podría aumentar la tensión de nuevo. La mano de Killian se cerró en un puño debajo de la mesa.
—El comercio sería difícil ya que las fronteras estaban cubiertas con un ejército. Un civil no podría infiltrarse para comerciar. Pero si encuentras una manera de suministrarnos la seda y el trigo, lo compraremos sin duda. —Qué sería imposible de nuevo. Así que a Killian no le importó aceptar la opinión del hombre.