Un Bard en la Reunión

Harold parecía horrorizado. Como si alguien hubiera traído una jarra de agua fría y se la hubiera echado en la cara. Sus ojos taladraban la cabeza de Eva.

Pensó que les darían oportunidades iguales y luego él tendría la ventaja. Sería la oportunidad perfecta para mostrarle a Eva que no era su adversaria. Pero ¿esto?

—Su majestad —se levantó—. Sería un tonto si se quedara sentado y dejara que Eva ganara.

Debía haber recurrido a un truco sucio. Dios sabe que le rompería las piernas si hubiera intentado seducir al rey para ganar. Nunca había esperado tal cosa de ella. Pero pronto, ella vería el resultado de sus acciones necias. Inhaló una respiración profunda cuando sintió que las miradas se volvían hacia él.