Familia Reunida

—Damien... Estamos en público —aunque se quejó, sus manos llegaron a su pecho y agarraron su camisa con fuerza. Sus mejillas rojas de vergüenza pero sus ojos ardían de deseo.

—¡Sí, ardían! —Y eso demostraba que ella tenía su elemento.

—¿Y eso importa? —preguntó burlón—, quería que se encogiera de timidez o sonriera más. Eso tranquilizaría su corazón. ¡Oh buen Dios! La cantidad de tormento que había sufrido estos últimos días por ella. Iba a castigarla una y otra vez hasta que ya no pudiera más.

—¡No! —respondió ella después de una pausa—. Un pequeño ceño fruncido en su rostro mientras lo estudiaba como tratando de saber la razón de su cambio, cuando no notó nada diferente, continuó—. Pero necesitamos ir a cenar. Todavía tengo una presentación que hacer y he perdido suficiente tiempo.

Antes no le había importado porque Cassian nunca había enviado a nadie de su familia. Pero ahora, Killian estaría allí. Y ya tenía sus ojos puestos en Eva.