—¡Ja! ¿Finalmente tienes curiosidad sobre eso? —finalmente las expresiones del hombre cambian—. Estoy seguro de que el niño no le pertenecía al marqués. Un hombre ordinario no podría hacer eso. Pero no fue tu familia. Ella no tenía ni un toque de maldición en sus venas. Pero ambos sabemos que hay muchos más allá fuera que tienen diferentes tipos de poderes. ¿No es así? Damien no le importa un carajo eso. Pero sí le importaba ese hecho. Que una persona ordinaria no puede dar a luz al niño de bendición.
Eso significaba... Eva estaba equivocada. Ella había calculado mal. ¡Oh querido dios! ¡Qué mujer tan tonta! Había hecho todo tan complicado.
Los ojos de William se estrecharon. La oscura expresión de Damien no cambió, pero sí el exhalar de un profundo respiro y un leve cambio en sus hombros. ¿Por qué parecía aliviado por el hecho?
—¿Me estás ocultando algo, Damien? Sabes que fallarás, ¿verdad? Siempre has fallado —agregó cuando Damien no habló. Eso hizo reír a Damien.