—¿Por qué hiciste eso? —Antes de que Diana pudiera preguntar más, la puerta se abrió y algunas damas entraron charlando sobre cuánto tiempo está tomando la reunión.
Pero cuando notaron a un hombre en la habitación, se detuvieron y asombraron.
—¡Oh, Dios mío! No sabía que había una reunión privada en curso! —se rió una mujer al notar la cara ruborizada de Diana y a Cotlin apoyado en él.
Hasta un ciego sabía lo que había ocurrido allí sin que se lo dijeran. Las risitas llenaron la habitación y Cotlin se enderezó más.
—Mi señor, estoy seguro de que le habrán asignado habitaciones aquí. ¿Por qué no lleva a la dama allí? —preguntó una mujer con un vestido rosa, con una risita. Pero cualquiera podía notar que su consejo no era bienintencionado.