—Woah…
Con el bebé Toki en sus brazos, las mandíbulas de Gu Luoxin se abrieron de par en par mientras contemplaba el espectáculo extraordinario que se desarrollaba ante sus ojos. Todas y cada una de las criaturas de pesadilla que habían matado antes —ya fueran las Bestias Crono, los monstruos tentaculares, las plantas devoradoras de hombres o las criaturas sin rostro— ahora estaban involucradas en una batalla caótica contra su propia especie, confundiendo no solo a los jugadores sino también a la otra facción.
Gu Luoxin nunca pensó que viviría lo suficiente para verse protegido por las criaturas de pesadilla, los mismos seres que había odiado con todas sus fuerzas. ¡Qué genial! ¡Qué espectacular!
Y todo era gracias a…
Su mirada se dirigió hacia Ying, cuya espalda estaba tan destrozada que incluso se podían ver los huesos blancos. No obstante, su postura permanecía erguida, y su expresión estoica no revelaba nada del dolor extenuante que debía estar soportando en ese momento.