Él es mi todo

Lucio cerró la puerta de la habitación de Zayne silenciosamente antes de regresar a la sala de estar. Esta noche había estado cargada de bebidas y conversaciones profundas con todos sus amigos. No podía evitar preocuparse por Zayne, quien todavía estaba lidiando con la traición de June.

Mientras cruzaba la sala, su mirada se posó en Roger, aún sentado en el sillón, un vaso de alcohol apretado en su mano.

—¿Por qué no estás dormido todavía? —preguntó Lucio, deteniéndose junto al sofá.

Roger levantó la mirada, sus ojos ligeramente turbios por el alcohol.

—Jefe —murmuró, haciendo una pausa como si buscara palabras—. Simplemente... no tengo sueño todavía.

Lucio se hundió en el sofá, inclinándose hacia adelante con los codos apoyados en sus rodillas.

—¿Qué tienes en mente ahora?

Roger exhaló profundamente, sus dedos apretando el vaso.

—Me siento tan maldito desafortunado —admitió, su voz teñida de frustración.

Lucio lo estudió por un momento antes de responder.