La puerta se abrió y apareció la Señorita Shina. A Marcos no le sorprendió verla porque esta no era la primera vez que venía aquí en busca de placer y para quejarse de su esposo como si fuera un cuerpo. Ya le había reclamado varias veces sobre cómo su marido le negaba el placer sexual y quería que él la follara ya que tiene la habilidad que podría satisfacerla. Pero Marcos sabía muy bien que su marido la engañaba, por eso no podía ayudarla y cada vez que intentaba decírselo, ella elegía ignorar sus palabras.
—Señorita Shina, no me sorprende —dijo mientras dejaba el bolígrafo sobre el escritorio y se reclina en la silla.
La Señorita Shina es una dama de treinta y cinco años. Aunque es mayor, tiene un cuerpo esbelto, nadie diría que es mayor debido al maquillaje que lleva en la cara que oculta su identidad de edad avanzada. Vestía de manera totalmente extravagante.