Pocos minutos después, Marcos condujo su coche hacia un magnífico entorno, tenía un ático construido en su interior. Ann no podía apartar la vista del imponente edificio mientras admiraba cada hermoso diseño que lo rodeaba. Aparcó su coche en el garaje antes de que se detuviera.
—Hogar dulce hogar —anunció Marcos, bajando de su coche.
Los ojos de Ann no abandonaron el edificio mientras ella abría el coche y salía de él.
—¿Te gusta lo que ves? —preguntó Marcos con una sonrisa orgullosa en los labios.
—¿Qué quieres decir con que me gusta? —preguntó Ann en admiración—. Me encanta —dejó escapar un suspiro mientras contemplaba el hermoso ático amueblado.
—¿Vamos? —preguntó Marcos, haciéndole un gesto para que entrara en su casa. Caminó hacia la puerta y la desbloqueó antes de empujarla para abrirla y esperar a que ella entrara.