Ann se mordió el labio inferior mientras Silver se giraba para mirarla.
—¿Entonces, qué dices, Ann? —preguntó Silver.
—Claro que sí —Ann la agarró del cabello y atrajo a Silver hacia ella antes de estrellar sus labios contra los suyos, besando y chupando sus suaves labios. Un gemido escapó de su garganta mientras chocaban sus labios.
Dante, que parecía bastante sorprendido al verlas besarse, carraspeó, y ellas rápidamente dejaron de hacerlo cuando notaron su presencia.
—La habitación —comentó él.
—Sí, claro —Silver y Ann se sonrieron mutuamente antes de seguir a Dante detrás y luego entrar a la habitación.
Cerraron la puerta tras de sí antes de girarse para observar la habitación. La cama estaba bien arreglada y la habitación bien amueblada como si estuvieran esperando su llegada.
—Bueno, señoritas, ¿qué les parece esto? —Dante se giró para mirarlas mientras extendía sus brazos ampliamente.